La escultura de Lucio Marcos Pernía nació de un encargo para la remodelación de la plaza de la llama en Torrelavega, en un principio estaba diseñada otra escultura pero por desgracia por aquellos días ocurrieron los atentados de Madrid del 11M. Esto provocó en el artísta una necesidad de reflejar de alguna manera una reflexión sobre lo ocurrido.
La reflexión fue «la esperanza», el soporte para esta idea es un árbol de de acero cortén, con aspecto duro, cortante y viejo (representa nuestra generación) pero de este árbol nace una quima de acero inoxidable de aspecto blando, curvo y joven (representa las generaciones futuras). La idea es que todavía hay tiempo para cambiar las cosas que nosotros no hemos sido capaces de hacer bien ya sea nuestra relación con otros pueblos o hoy día nuestra relación con el medio ambiente.